Memorial a las y los Jóvenes de los 80's
Nada ni nadie está olvidado
Eduardo Brignardello Lara
por su hijo, Andrés Brignardello
Mi padre, Eduardo Guido Brignardello Lara, nació en el seno de una familia obrera del puerto de Valparaíso el 13 de agosto de 1945. Fue hijo de Domingo y Adriana, vivió su primera infancia en las calles del barrio puerto donde su familia paterna se había establecido desde principios del siglo XX, a la llegada de su abuelo Doménico Brignardello Baffico, oriundo de Né, un pequeño pueblo al interior de Génova.
Siendo un niño, la familia se destruye cuando sus padres se separan y queda, junto a su hermano, al cuidado de su abuelo italiano en la población El Retiro de la ciudad de Quilpué. Mi abuela trabajaba en labores domésticas en la casa de una pudiente familia italiana dedicada al rubro industrial y se mantuvo en largas temporadas alejada de Eduardo quien creció entre los niños del barrio y al cuidado de sus tías y abuelo.
La infancia de mi padre fue sencilla. Mi abuelo fue panadero y el resto de la familia aportaba desde sus respectivas labores productivas especialmente como jornaleros en empleos precarios. Tenía 9 años cuando falleció su abuelo y lo recordaría cariñosamente durante su vida a partir del misterio de su cultura extranjera en la que nunca se vio involucrado, empujado tal vez por el resentimiento, producto de la extraña conjunción de conocer las dos caras de la moneda; el inmigrante pobre enraizado en la cultura que lo cobija, y aquel que
forma parte del bando de los patrones, poderoso y que se atribuye la representación de su cultura y construye para una minoría privilegiada colegios, clubes, restaurantes y un prestigio patrimonial que excluye a una gran parte con los que comparte una misma nacionalidad.
Su vida infantil estuvo fuertemente marcada por su participación en el Club Deportivo El Bosque de Quilpué. Guardaría en su vida, como gran tesoro, haber participado en el equipo de 1ª infantil Campeón del Campeonato de 1956. Comentaría años más tarde que esa temporada le tocó enfrentar a Elías Figueroa quien jugaba por el equipo de Alto Florida y a quien admiró toda su vida. Siempre fue un entusiasta del fútbol y un hincha de Santiago Wanderers a quien disfrutó como niño cuando este fue campeón en los años 1958 y 1960.
Su educación se realizó en la escuela 98 del sector de El Retiro y solo alcanzó el Sexto de Preparatoria, pues la situación económica de la familia lo empujó a iniciarse muy temprano en el mundo del trabajo, primero en labores precarias e informales, y cuando cumplió 15 años, ingresó a la fábrica de los patrones de su madre CODARTE, una empresa de impresión gráfica de gran prestigio en el país y que se especializó en tarjetas, álbumes y todo tipo e impresos en color.
En dicha fábrica, junto con aprender el oficio de obrero gráfico, conoció a mi madre, Patricia Valdivia, con la que contrajo matrimonio en 1967 en la pequeña Iglesia de El Retiro y con la cual formó una familia de donde nacieron Andrés(1968); Álvaro(1969); Yasmina(1977) y Sebastián (1979).
Recién casados, mis padres compraron un pequeño lote en la calle Rubén Darío de la población La Unidad en Forestal Alto, un barrio popular en los extramuros de Viña del Mar. Durante más de 15 años, mi padre, fue construyendo con sus propias manos nuestra casa. El trabajo por turnos en la empresa sumado a su permanente labor de auto constructor, hacían que la mayor parte de su vida la dedicara al trabajo.
La conciencia de su rol de productor, sumado a los importantes cambios sociales de la década de los sesenta, empujaron a mi padre a asumir un compromiso político que fue entusiastamente aplaudido por la familia de mi madre, la que provenía de una larga tradición de izquierda en Valparaíso y Viña del Mar, encabezada por mi abuelo Carlos Valdivia, quien desde muy pequeño había abrazado las banderas comunistas como parte de las filas de obreros viñamarinos que trabajaron junto a Ramón Sepúlveda leal y Luis Emilio Recabarren cuando estos vivieron en la Viña del Mar y encabezaron la constitución de la FOCH y el Partido Obrero Socialista.
Es así, que durante el año 1969, mi padre ingresa formalmente al Partido Comunista en el barrio de Forestal donde participó en el desarrollo y constitución de las organizaciones comunitarias de base de las nacientes poblaciones y la organización territorial de la campaña presidencial de Salvador Allende.
Mi padre como presidente de la junta de vecinos, organiza junto a los compañeros militantes de los partidos de la Unidad Popular la JAP (Junta de Abastecimiento y Precios) del barrio donde se abastecía y distribuía la alimentación a las familias a través de un orden basado en las necesidades surgidas a partir del grupo familiar, la presencia de niños y los artículos de primera necesidad tanto alimenticios como del hogar.
Su vida laboral continuó en CODARTE y se sumergió además en las relaciones y contactos con el sindicalismo gráfico de la región. Mi padre fue parte del movimiento de obreros de imprenta con una larga tradición política que se destacaba en el mundo popular por su alta conciencia de clases y capacidad de difusión de ideas socialistas.
Vivió en plenitud la vida social y familiar de los años del gobierno de Allende, junto a la maduración política desarrolló una vocación de luchador social que canalizó en el barrio y en la fábrica. Mi familia participó en la dinámica de los procesos políticos como defensores del proyecto socialista y pagó un alto costo cuando el sueño de un país más justo se vino al suelo por el golpe militar de 1973.
La mañana del 11 de septiembre, mi padre no pudo ir a su trabajo debido a que las fuerzas navales y militares cortaron los accesos al centro de la ciudad y obligaron a los trabajadores a regresar a sus casas. Mientras escuchaba las noticias, comprendió lo que se avecinaba y convocó a una reunión política en su casa donde se analizó la situación. Junto a un grupo de compañeros observó desde el cerro, con lentes larga vista, las operaciones militares que se producían en Viña del Mar. Impactado por las noticias del bombardeo y la muerte de Allende decidió convocar a una reunión de la Junta de vecinos, en la sede del sector, donde dio conocer las informaciones y propuso las formas de organizarse ante la inminente represión. Aquella noche, no había conciencia aún de la magnitud de la tragedia y cuando se dirigió a los vecinos hizo pausas y pidió silencio cada vez que un helicóptero se acercaba con su potente foco en una actitud intimidatoria hacia los barrios populares.
En los primeros días de octubre de 1973, fue detenido por efectivos navales quienes lo condujeron vendado al Fuerte Müller del cuerpo de Infantería de Marina ubicado en el sector de Las Salinas, donde fue torturado y fichado como activista comunista. Dos días después volvió a su casa, pero la situación volvería a repetirse semanas después cuando nuevamente fue detenido por el SIM (Servicio de Inteligencia Naval) estando esta vez una semana en poder de sus captores.
A partir de 1974, integra clandestinamente la resistencia a la dictadura en Valparaíso y Viña del Mar. Establece redes con militantes del mundo gráfico provenientes de diversas empresas de la zona quienes organizan un frente de trabajadores que se expresó básicamente en la recomposición de las redes destruidas por los embates de la represión. Participó en el sindicato de la fábrica CODARTE donde empieza a ser hostigado por los directivos y acusado abiertamente de comunista. Al mismo tiempo instaló en su casa una pequeña maquina impresora del tipo linotipia donde realizaba públicamente pequeños trabajos de impresión de tarjetas para la venta y trabajos políticos clandestinos para las distintas estructuras de la resistencia.
A partir de 1977 pasa a formar parte de una estructura regional encargado de la propaganda del Partido Comunista. Es reclutado para imprimir de manera clandestina ejemplares de las distintas declaraciones públicas comunistas, así como trabajar en la rearticulación de los distintos frentes de masa que tímidamente van surgiendo en distintos sectores de la población.
La relación de mi padre con los diversos movimientos de resistencia lo hace ponerse en contacto con jóvenes de Viña del Mar, quienes acuden a él para que en la pequeña imprenta de su hogar, pudiera imprimir volantes para una actividad de liberación que organizaba una célula mirista en el barrio de Forestal. La actividad es detectada por los servicios de inteligencia. Los jóvenes fueron detenidos y se les encuentra un arma y panfletos. Son flagelados y denuncian en medio de las torturas a mi padre como el impresor de dicho material.
Mi padre fue detenido por la policía de investigaciones en agosto de 1978. Trasladado al cuartel regional donde fue torturado y luego entregado a la fiscalía militar acusado de ser parte de una célula comunista que organizaba actos terroristas en la zona. Fue enviado a cárcel pública donde vive tristes días de soledad, pues hacía poco tiempo antes se había producido la amnistía general declarada por la dictadura y habían salido la casi totalidad de presos políticos detenidos en las postrimerías de 1973.
Junto con su detención recibió el despido de su trabajo por razones de ausentismo laboral y perdió la indemnización por causales políticas lo que lo deja con una pérdida en sus derechos de más de 18 años de trabajo en la fábrica a la que había ingresado a los 15 años.
Luego de ser liberado, nació mi hermana Yasmina, quien alegró su vida en el contexto de una fuerte cesantía. Mi madre, luchadora desde siempre. no dudó en ponerse a la cabeza de la familia e inició distintos emprendimientos los que combinó con sus tareas en el hogar.
Mi padre, inició un peregrinaje por diversas imprentas de la región perseguido por sus antecedentes y no logró establecerse en un empleo por mucho tiempo enfrentando junto a mi madre diversas estrategias de sobrevivencia económica en venta de ropa, tejiendo en lana con una pequeña máquina industrial y apoyado por alguna institución de solidaridad como FASIC que permitió acceso a mercadería y alimentación.
Para 1979 nació el menor de mis hermanos, Sebastián y empezó un pequeño momento de estabilidad emocional solamente roto por problemas de salud provocado por el rompimiento de úlceras estomacales para lo cual fue operado a inicios de 1980, problema asociado a los maltratos sufridos en sus tres detenciones por los militares.
A partir de su salida del hospital, encuentra trabajo en una imprenta de calle Serrano en Valparaíso donde se mantuvo por varios años hasta la crisis de la recesión económica en 1983. Para ese tiempo, ya se había contactado nuevamente con la estructura del Partido Comunista y formaba parte de la incipiente unidad del llamado "Frente Cero" equipo militar del partido que empezó a reclutar compañeros para años más tarde organizar en la región el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Las acciones de este equipo, se desarrollaron para la habilitación de las condiciones políticas y sociales de la lucha antidictatorial enmarcada en las nuevas líneas políticas del PC, sustentadas en la Política de Rebelión Popular de Masas, definida por la presión popular de desobediencia y organización, apoyada por acciones militares de sabotaje y ataque frontal a la institucionalidad represiva de la dictadura.
Mi padre vivió para 1983 el nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y se integró de lleno a una vida clandestina, desarrollando variadas acciones militares de sabotaje contra el régimen de Pinochet. Voladuras de torres de alta tensión, atentados contra cuarteles militares y de la policía secreta, toma de radioemisoras para acciones de propaganda armada, formación militar para cuadros juveniles fueron parte de la dinámica en la que entró hasta pasada la mitad de la década de los 80 cuando en pleno apogeo de lucha antidictatorial el destino le tendría preparado una mala jornada.
La noche del 12 de junio de 1986 y en circunstancias aún no totalmente aclaradas, fue muerto mi padre, Eduardo Brignardello Lara por efectivos de la Armada en el sector de Villa Dulce en Viña del Mar. Según informaciones Oficiales fue sorprendido por efectivos que montaban guardia en las torres de alta tensión tratando de depositar una carga explosiva junto a tres personas, todas presumiblemente miembros de un grupo subversivo. Murió junto a otro miembro de su unidad de combate, Manuel Genaro Núñez, el otro miembro del grupo pudo escapar y avisar a la familia y al movimiento.
Su muerte produjo una ola de detenciones en los barrios pobres y populares de Viña del Mar. Su cuerpo fue enterrado en un multitudinario funeral en el cementerio de Santa Inés de Viña del Mar y fue acompañado por decenas de personas que indignadas pedían justicia por el sacrificio de mi padre. Las banderas rojas de la lucha por la libertad flameaban aquel mediodía y los gritos de combate hablaban de una multitud desbordada por sus deseos de democracia y futuro.
La vida de mi padre, estuvo condicionada por la conciencia de un mundo donde las desigualdades y los privilegios permiten la injusticia y la crueldad. Su única esperanza fue un mundo mejor, un mundo nuevo. Por ello dio su vida y me heredó un sueño de paz y fraternidad.